Thánir permanecía sentado en una silla junto
a la cama. Su cabeza reposaba sobre el colchón, hecho con plumas de ganso, que
su mujer había cosido apenas dos semanas atrás. Su mano apretaba con suavidad
la de su hijo. Llevaba así los últimos tres días, sin comer, sin hablar, sin
salir de aquella oscura habitación. Cuatro paredes con una ventana que
permanecía cerrada, como queriendo alejar de aquella morada el mal que asolaba
el reino de Myrthya desde hacía
semanas. Pero no existía puerta o tronera capaz de parar a la Sarnitzia. Thánir estaba solo, cuidaba del único hijo que le quedaba con vida,
aguardando con entereza el momento en que Ioumacu expirara su último aliento y se alejara de aquella habitación para siempre. Su
espíritu se evaporaría entre los dedos de su padre sin que éste pudiera hacer
nada para impedirlo.
La epidemia de
Sarnitzia llegó de repente, sin avisar, sin dar tiempo a que las familias
pudieran fundirse en un último abrazo. Sin duda es la peor de las enfermedades
que se pueden sufrir. Altamente contagiosa, y mortal para quien la padece,
afecta principalmente al sistema respiratorio. Los primeros síntomas no son
diferentes a los de un resfriado; toses, estornudos, malestar general. En
apenas dos días aparecen las fiebres y, de inmediato, los vómitos y hemorragias
pulmonares. El dolor en el pecho se hace insoportable y la temperatura del
cuerpo sube tanto que los temblores y convulsiones pueden partir huesos. La insuficiencia
respiratoria llega al final, después ya no hay nada. Thánir conocía perfectamente los síntomas de la Sarnitzia. En pocos días había perdido a
su esposa y a sus dos hijas mayores. Ahora sólo quedaban él y el pequeño Ioumacu, su único hijo, su niño, su
vida, su pasión, por quien lo había dado todo. Con los ojos cerrados sobre
aquel colchón húmedo de lágrimas de desesperación recordaba el día que nació.
Hoy hacía cinco años. Qué crueles son los desvaríos del destino, capaz de llevarse una vida el mismo
día que vino al mundo. Thánir era
consciente de que mañana…, mañana quedaría sumido en la más absoluta de las
soledades.
Aún no había
alcanzado el sol su cenit cuando Ioumacu
abrió los ojos y miró a su padre. Éste se incorporó al notar como el pequeño le
apretaba débilmente la mano. Los ojos del niño manifestaban ese adiós que su
boca no podía pronunciar, los del padre brillaban intentando contener las
lágrimas para regalar a su hijo una última mirada de dulzura y amor. El pequeño
respiró profundamente y cerró lentamente aquellos dos luceros azules que nunca
más volverían a abrirse. Sus diminutos dedos se escurrieron entre la mano de su
padre inertes, ya sin vida.
Thánir se abrazó al pequeño llorando
desconsoladamente. No podía dejar de estrechar aquel cuerpecito pálido e
inmóvil.
-Descansa
ahora, hijo mío. Ya acabó todo, mi vida. Vuela libre a reunirte con mamá y con
tus hermanas-, pronunció Thánir
sollozando.
Luego cogió en
brazos el cuerpo de Ioumacu envuelto
entre las sábanas que lo habían cobijado las últimas jornadas y salió al
exterior. El día era noche como consecuencia de las nubes de humo que cubrían
toda la aldea. El hedor a carne quemada impregnaba el ambiente mezclado con los
gritos y gemidos de dolor de los supervivientes. Los pocos que quedaban con
vida deambulaban perdidos, sin rumbo, iban o venían de quemar a sus seres
queridos. La razón y la sensatez habían abandonado hacía tiempo aquellas mentes
desoladas. Thánir se dirigió a las
afueras de la villa, dónde las autoridades habían construido grandes piras
funerarias que llevaban ardiendo sin parar desde hacía semanas ya que no
faltaba materia con qué avivarlas. El abatido padre caminó todo el trayecto con
el cuerpo de su pequeño entre los brazos. En el camino se cruzó con otros
vecinos. Gentes que conocía de toda la vida y con quienes había compartido
muchos y buenos momentos. Ahora ni siquiera se miraban, no se hablaban, ya nada
importaba. El sinsentido se había apoderado de la vida, la mente humana no
estaba capacitada para recibir dosis de dolor tan altas.
Al llegar a
las hogueras, Thánir subió por una
corta escalera hasta una plataforma. Desde allí contempló las llamaradas elevándose
con fuerza. El calor era asfixiante, pero el desalmado padre no sentía nada,
dejó de hacerlo varios días atrás. Besó la frente de Ioumacu y, sin más contemplación, lo lanzó hacia la eternidad. Por
unos instantes quedó petrificado mirando aquellas llamas.
Tras unos
momentos que parecieron días reaccionó y
puso rumbo de nuevo hacia la aldea. Caminaba despacio, cabizbajo,
tembloroso, el dolor del pecho apenas le permitía respirar y la fiebre alta le
hacía ver borrosas las imágenes. En su extenuada mente sólo había cabida para
un pensamiento:
-Ya queda
menos.
Episodio perteneciente a la cronología del reino de Myrthya y ocurrido en el año 316 del Segundo Comienzo.
Amigo escribiente, mis mas sinceras felicitaciones. Jamas una lectura me había privado del don de la palabra y esta noche esta que has escrito lo ha hecho.
ResponderEliminarLa emoción me impide añadir nada mas.
Siento haberte provocado pena al tiempo que me alegra que mi relato te haya resultado emocionante.
EliminarEl próximo será menos triste.
Me pasa lo mismo que al lector de arriba, no me sale nada que decirte. Eres muy muy muy muy bueno.
ResponderEliminarsaludos
Juanin
Gracias por tus palabras, Juanin.
EliminarUn cordial saludo
Una amiga me recomendó hace unos días leer tu blog. Debo decirte que esta historia es la primera que leo y he quedado impresionada. Has llegado a hacerme llorar con apenas 50 lineas escritas y eso es algo que no esta al alcance de cualquier escritor.
ResponderEliminarTe felicito Miguel y que sepas que apartir de ahora tienes en mi a una fiel seguidora.
Poco a poco iré leyendo todo lo demás que llevas escrito y lo recomendaré a todos mis conocidos.
Hola Julia!
EliminarEncantado de tenerte por aquí.
Me alegro de que te guste lo que escribo y como lo hago. Para mía es un placer tenerte como nueva seguidora.
Un cordial saludo
me has hecho pasar momentos de agobio y se me ha quedado sensación de pena en el cuerpo.
ResponderEliminarbrillante Miguel, muy bien escrito
Bueno, Salva, debo decir que provocar agobio y tristeza era lo que buscaba al escribir este relato, así que, si lo he conseguido, he cumplido lo que me propuse. ;)
EliminarGracias por tus palabras.
Un gran trabajo. Triste, sin dramas exagerados y aún así desolador. Enhorabuena Miki
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Sira.
EliminarMuchas gracias por seguir por aquí.
Besos
Me da mucha penita :(
ResponderEliminarEs genial
Besos
Siento lo de la tristeza, Mari Cruz, aunque confieso que esa era mi intención ;)
EliminarGracias por pasarte.
Besos
la historia es alucinante y la foto y el dibujo le dan el toque de gracia definitivo
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Nacho.
EliminarTotalmente de acuerdo, la foto y el dibujo son unas verdaderas obras de arte.
""""""""""Precioso""""""""""""
ResponderEliminarEscribes de lujo
Uy, que más quisiera yo, Isa. Escribir de lujo no es fácil, y a mí me queda mucho camino por recorrer.
EliminarAgradezco mucho tus palabras.
¡Matas hasta al apuntador! Mare meua, ya me veo toda la aldea en llamas, y cada vez menos gente... o sea, que por eso el principe de capitulos atrás viaja a un reino vecino, porque una epidemia está devastando su querida Myrthya? Bueno, como siempre, tendré que esperar para leer.
ResponderEliminarMe ha encantado la forma de redactarlo, de algún modo se nota diferente a los demás relatos. Creo que aquí estabas realmente inspirado jeje.
Por un momento creí que el chiquillo viviría, que abría sus ojos porque empezaba a vencer a la fiebre... pero en seguida los cerró, y para siempre. aaaiiiiisss pobre hombre, ha visto morir a toda su familia.
El único consuelo que tiene es saber que también la va a palmar...
Pobre desgraciado.
La verdad es que al pobre hombre le he destrozado la vida. En unas pocas líneas me he cargado a toda su familia y acabo matándolo a él. Espero que no me lo tenga en cuenta ;)
EliminarA ver, te cuento, esta epidemia que cuenta el relato tuvo lugar en el año 316 y forma parte de la historia del reino de Myrthya. En la actualidad estamos en el año 841, por lo tanto éste no es el motivo por el que el príncipe viaja a un reino vecino. La verdadera misión que lleva al heredero de Myrthya a emprender viaje es...
Gracias por pasarte ;)
Cada día te vas superando. A pesar de seguirte desde hace tiempo no tengo el placer de conocerte y por eso puedo decir con total tranquilidad y sin miedo a ruborizarme que ¡ME ENCANTAS! :)
ResponderEliminarTú no sé si te habrás ruborizado, pero a mí si que me has sacado los colores :)
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Susana. No me cabe duda que algún día nos conoceremos en persona.
Sin palabras... ;)
ResponderEliminarMisión cumplida entonces :)
EliminarGracias, Sonia.
la mejor hasta la fecha
ResponderEliminarfelicidades
Pues me toca estrujarme el cerebro para seguir mejorando.
EliminarGracias por tus palabras.
Da mucha pena pero esta muy bien escrito
ResponderEliminarMil gracias por tus palabras y por pasarte por mi blog.
EliminarUn saludo
Es un relato precioso, Miguel. Las dosis de emoción que transmite son muy altas y está escrito con mucha maestría.
ResponderEliminarUna vez más, enhorabuena.
Un beso
Gracias, Teresa.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado. Le puse una buena dosis de sentimientos al escribirlo.
Un beso
Muy bueno
ResponderEliminarGracias, Narciso, me alegra que te haya gustado.
EliminarGreat!
ResponderEliminarI´m a spanish´s student and i m not sure if I could have understood all the history but think is very good
Welcome to my blog, Matthew.
EliminarIf you´ve any problem with the translation, tell me and I´ll send you a copy in your language. I can speak english and can translate for you.
Thanks for coming and having a look.
¡Buenísimo! ¡Maravilloso! ¡Excelente! ¡Eres un genio!
ResponderEliminarTuve que esperar un rato para aclarar mis pensamientos, pues luego de leer eso no encontraba mis palabras.
Te deseo de verdad muchos éxitos en tu camino de escritor, vas muy bien, tienes en mí a una nueva fan de tus historias. Aunque que malvado escritor :( Ioumacu :c
En fin, un relato con una muy buena dosis de emoción. Me has atrapado. Empezaré a leerte *O*
Un abrazo,
Karou - The Books are my Life!
Hola Karou.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras. Me alegra que te haya gustado el relato, aunque al final el pobre Ioumacu haya salido mal parado :(
Me encanta que te apetezca seguir leyendo más de lo que escribo. Espero no defraudarte.
Un abrazo
Eres flipante!!!!!!
ResponderEliminarTú que me miras con buenos ojos, Toni.
EliminarGracias por tus palabras.
Un saludo
me ha gustado muchisimo es simplemente increible.
ResponderEliminarbesos
Gracias, Alicia. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn placer tenerte por aquí.
Besos
¡Tienes definitivamente otra seguidora mas!
ResponderEliminarMe dio mucha tristeza pero esta increíble..
Empezare a leer lo demás :)
Cuídate mucho y sigue así
Muchas gracias por pasarte, Leticia. De verdad que me alegra mucho que te haya gustado. Espero que siga apeteciéndote dejarte caer por aquí de vez en cuando.
EliminarGracias por tus palabras.
Un abrazo
Miguel, un gusto conocerte a ti y a tus palabras. Tu relato nos lleva a viajar por mundos fascinantes, eres muy creativo y apelas a la emoción en su punto justo.
ResponderEliminarPor supuesto, te sigo.
Agradezco tus palabras, Guille, más cuando provienen de alguien que escribe con la maestría que tú lo haces.
EliminarEstamos en contacto.
Un abrazo
Un relato muy conmovedor,el dolor cuando llega hace daño, muy bueno.Un SALUDO
ResponderEliminarMe alegra mucho tenerte por aquí.
EliminarAgradezco enormemente tus palabras.
Un abrazo
Haces con tu prosa que el lector se sienta parte de la historia. Muy conmovedor. :)
ResponderEliminarSaludos! Nos leemos!
Muchas gracias por tus palabras.
EliminarTe agradezco mucho que te hayas pasado a leer lo que escribo.
Nos leemos
Un abrazo
Muy trabajado, sí señor.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Coincido en eso de sentirse parte de la historia.
Agradezco tus palabras, Jorge. Se tienen muy encuenta sobre todo viniendo de un camarada de la narrativa.
EliminarGracias por dejarte caer por aquí.
Un abrazo
Este relato ha estado muy bien.
ResponderEliminarHas retratado una de las miles de muertes, de las cientos de familias que murieron por la epidemia en la historia del reino de Myrthya.
Así conocemos un poquito más de la historia del reino y sus habitantes.
Un saludo Miguel.
xoxo
Amarie
Libros hasta el Amanecer
Es una manera de dar a conocer una enfermedad que dará mucho de que hablar en uno de los libros de la saga.
EliminarLa verdad es que es un relato que me dejó entristecido al escribirlo, pero creo que muestra lo cruel que puede llegar a ser la vida en este mundo.
Un abrazo, Amarie, y gracias por seguir por aquí.