El sol, coqueto y presumido, había decidido mostrarse en todo su esplendor y relucía majestuoso como hacía semanas que no ocurría. La mañana invitaba a salir a divertirse a los jardines de la fortaleza de Kur-Lantadia, pero el pequeño Abeshú prefirió quedarse en sus aposentos jugando con su inseparable institutriz.
— ¡Juguemos al
juego de esconderse! ¿Vale? —suplicó el muchacho con unos ojos impregnados de
inocente dulzura.
— De acuerdo —contestó la hermosa joven que llevaba al cuidado de Abeshú desde que nació, seis años atrás.
— De acuerdo —contestó la hermosa joven que llevaba al cuidado de Abeshú desde que nació, seis años atrás.
La niñera
se giró, apoyó la cara sobre una de las columnas de la estancia y empezó a
contar en voz alta. El niño deambuló nervioso de un lado a otro de la
habitación sin saber muy bien dónde esconderse. Finalmente optó por meterse
bajo la cama y guardar el más absoluto silencio agarrado a un pequeño osito
hecho con trapos y retales que encontró bajo el camastro. En ese momento oyó decir:
— ¡Ya está!
¡Voy a buscarte!... ¿Dónde estás? ¿Es posible que estés dentro del armario? Voy
a mirar…
Abeshú podía ver los pies descalzos de
su cuidadora desde su escondite. El niño aguantaba la respiración para no hacer el
más mínimo ruido. Temía que de un momento a otro la joven se arrodillaría junto
a la cama y diría aquella frase que tantas veces había repetido: ¡Te encontré!
Pero, por el
contrario, lo que escuchó fue un gran golpe y ruido de cristales cayendo. A
continuación, voces de desconocidos dentro de la habitación y un apenas perceptible
grito de su institutriz. Abeshú
contempló como las rodillas de su niñera aparecieron de repente pegadas al
suelo, junto a la cama. En ese momento se tranquilizó y pensó que todo era una
broma porque lo había descubierto. Poco a poco las piernas se fueron doblando
hasta dejar caer lentamente y sin hacer el menor ruido el resto del cuerpo de
la joven. Los ojos de la muchacha parecían distintos, pero miraban fijamente
al pequeño Abeshú. Del cuello de la institutriz salía gran cantidad de sangre. Hasta un niño de seis años comprendió
que estaba muerta.
El pequeño quedó
paralizado por el terror. No pudo gritar porque alguien tiró desde
sus piés sacándolo con brusquedad de debajo de la cama. Lo engancharon por la
cintura, le vendaron los ojos, le amordazaron la boca y lo enrollaron en una de las
sábanas que cubrían su lecho. Abeshú
sólo pudo llegar a ver a tres hombres muy fuertes antes de que todo quedara en
la más absoluta oscuridad. Luego todo fueron gritos, saltos, golpes, caídas y
carreras. Los extraños se lo iban pasando de uno a otro. Abeshú lloraba e intentaba gritar, pero nadie lo oía, estaba solo.
De repente las
carreras cesaron y el niño pudo escuchar como varios hombres hablaban entre sí.
Lo dejaron caer al suelo y le quitaron la venda de los ojos. Entonces Abeshú comprobó que había cinco hombres,
kurlinos al igual que él, lo que lo confundió aún más. Estaban en una especie
de patio en lo que parecía una vieja casa en ruinas. Uno de los extraños, el
más fornido, subió a Abeshú a lo alto
de un pozo y lo ató a la cuerda del cubo. Luego, impasible ante los sollozos y
gimoteos del niño, lo fue deslizando lentamente hasta dejarlo suspendido a
pocos dedos del agua. El pozo era muy profundo y la oscuridad en su interior
era completa. El pequeño miraba hacia arriba y apenas podía distinguir la
claridad de la luz entrando por la abertura del agujero. Intentó trepar por las
paredes pero la piedra húmeda y lisa no permitía agarrarse a unas enjutas manos
arañadas y doloridas.
El miedo dio
paso al pánico y éste al más absoluto de los terrores. El niño estaba empapado,
se había orinado encima y no dejaba de llamar a su papá. El recuerdo de la
institutriz sobre el suelo, en aquel charco de sangre, atormentaba todavía más
su espanto.
Cuando el pequeño notaba como las fuerzas empezaban a abandonarlo, en
la superficie, escuchó gritos
y sonidos de pelea. Agudizó lo que pudo sus temblorosos sentidos y,
efectivamente, confirmó que allá arriba alguien estaba combatiendo. Entones
escuchó una voz:
— ¡Corta la
cuerda!
Acto seguido,
el Abeshú cayó al agua de cabeza. Peleó para darse la vuelta en aquella
estrecha y profunda poza. Intentaba mantenerse a flote moviendo sus pequeñas
manos y sus congelados pies. No dejaba de mirar hacia arriba con la esperanza
de que alguien escuchara sus imperceptibles gemidos, pero
no había nadie… seguía solo.
Los sonidos de
la pelea habían cesado, pero Abeshú
empezaba a perder la conciencia. Echó un último vistazo hacia la claridad de la
salvación e imaginó una silueta que desde arriba se asomaba a la oscuridad del
pozo… Y una voz.
— ¡Abeshú! ¿Estás ahí? ¡No te preocupes,
voy a bajar a buscarte!
El pequeño no
estaba seguro de haber escuchado aquellas palabras. Aún así, esbozó una tenue
sonrisa y se hundió sin conocimiento en las frías aguas de aquel pozo de
desesperación…
Y con las campanadas de media noche llega este tétrico relato a perturbar el sueño del que suscribe estas palabras. Imposible dormitar sin alejar de mi mente la imagen de esa pobre doncella en el suelo degollada. Una lastima no haber llegado a tiempo de salvarla.
ResponderEliminarFeliz como siempre de leerte.
Saludos templarios
No me cabe duda, sir Richard, que de haber estado vos en aquella alcoba, la doncella se encotraría ahora con vida y los secuestradores yacerían muertos sobre el suelo de la habitación del pequeño.
EliminarAgradecido como siempre de que me sigas leyendo
Un cordial saludo
que bueno amigo. te leo odas las semanas desde acá en mexico y disfruto mucho con la manera de contar las historias que tienes.
ResponderEliminarPues para mí es todo un honor tener a un seguidor del otro lado del océano disfrutando de lo que escribo.
EliminarGracias de verdad por interesarte por este blog.
Un saludo
Aggg, no me puedes dejar así.
ResponderEliminarque le pasa al niño? lo salvan verdad?
:)
Pues verás, Mari Cruz, al niño resulta que... y entonces..., pero al final... :)
EliminarMuy muy bueno. Supongo que si pregunto por el futuro del niño me remitirás al libro, así que no lo haré y esperaré impaciente.
ResponderEliminarPues sí, Teresa, si me preguntaras por el desenlace te remitiría al libro, así que entiendo que no lo hagas.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
hola
ResponderEliminardonde puedo comprar los libros. e buscado por internet en varias librerias pero en ninguna lo tienen
gracias
Hola Quique.
EliminarPues lamento decirte que los libros aún no están a la venta. El primero de ellos es el que estoy escribiendo en la actualidad y, con suerte, podría estar en la calle para finales de año, aunque, como siempre digo, eso no depende del todo de mí.
Mientras, espero disfrutes con los relatos de este blog.
Un saludo
Quierooo máaaasss!!!Creo que no soy la única que se queda con las ganas de seguir leyendo y descubrir el desenlace de estos relatos. Sigue así...entreteniendo, emocionando, quitándonos el sueño, enganchándonos a la lectura...
ResponderEliminarA este relato le doy un 10 y me quedo con la intriga para cuando pueda resolver el desenlace ;)
Gracias, Sonia.
EliminarHoy me ha llegado a decir una amiga que como siga dejando los relatos tan en el aire y con la tensión del qué sucederá deja de leerme :)
Es la magia del blog.
Gustar, gustar, querer mas y mas y mas :)
ResponderEliminarY yo darte más, más y más hasta que tu hartar :)
EliminarGracias, Toni, por seguirme.
Un saludo
si a un relato chulo le unes una foto impresionante y un dibujo muy bueno el resultado es lo que tengo delante.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Narciso.
EliminarYo no suelo hablar de la calidad de mis relatos, pero sí lo hago de las fotos y los dibujos que los acompañan. Como bien dices, son impresionantes.
Un saludo
¡Menudo final! Nos debes un desenlace! No se puede ser tan cruel con tus lectores. Me encanta la forma cómo describes la muerte de la institutriz. Genial. A ver si adelantas la edición del libro, que me tienes en ascuas. Enhorabuena
ResponderEliminarYa me gustaría a mí, Mar, poder adelantar el libro, y máxime con la expectacción que ya hay por parte de muchos futuros lectores del mismo, pero prefiero ir despacio y terminar haciendo un trabajo que sea digno de ser leido.
EliminarUn saludo y gracias por tus palabras.
Recien llegado a tu blog y encantado de lo que he podido leer.
ResponderEliminarEnhorabuena
Juanin
Un placer conocerte, Juanin, y muy agradecido de que te hayas pasado por mi blog. Espero poder seguir entreteniéndote con futuros relatos.
EliminarUn cordial saludo
Me ha gustado mucho!
ResponderEliminarDeberé ponerme al día para captar la historia completa.
Gracias por pasar a mi blog.
Saludos.
Gracias por pasarte Piix!!!
EliminarEspero poder seguir contando contigo como lector de este blog por mucho tiempo.
Un saludo
B-R-A-V-O...Bravo!!!!
ResponderEliminarEse Bravo dicho por ti se multiplica por tres ;)
EliminarGracias, Susana
queria decirte que escribes super bien y que pienso comprar el libro cuando salga a la venta. felicidades y saludo2 desde el sur de Francia.
ResponderEliminarEnma
Hola Enma!!
EliminarEncantado de tenerte por aquí. Me alegra mucho que te guste lo que voy escribiendo y por supuesto me encanta esa intención tuya de comprar el libro cuando salga editado.
Mil gracias
Consigues crear esa atsmofera de claustrofobia que posiblemente sentirá el chaval dentro del pozo. Buen relato y muy buena la foto y el dibujo.
ResponderEliminarGracias, Salva. Bueno, siempre intento crear esas atmósferas que involucren al lector hasta hacerlo sentirse parte del relato. No siempre lo conseguiré, pero en la intención que no quede.
EliminarEn cuanto a la foto y al dibujo, no me canso de decirlo, trabajo con dos cracks.
¿Y esto ocurre en Myrthya también? No se que es un Kurlino, pero no averguaré en navidad.
ResponderEliminarMe gustaría que pusieras relatos también de otros reinos, quiero saber cómo es el clima y la fauna de los demás. Bueno creo que pido demasiado, al menos hacerme una idea, ya sabré como son cuando compre el libro jeje.
Y como siempre, quiero saber más, quiénes eran esos kurlinos, pero, sobre todo, porqué quieren al pequeño. Y también si el pequeño es un príncipe o es el hijo de algún conde importante y es un ajuste de cuentas o qué demonios pasaaaa >.<
Hola Sonia.
EliminarEs un verdadero placer tener a una escritora como tú siguiendo y comentando este blog.
A ver, te cuento. De momento todo transcurre en el reino de Myrthya ya que voy haciendo relatos al tiempo que escribo el libro y éstos van correlativos. El libro empieza en Myrthya y por eso los relatos que van surgiendo son de este reino. En breve cambiaremos de reino, ya que en el libro pasamos de Myrthya a Kalandrya, con un pequeño tránsito por Sylvilia, por lo tanto los relatos dentro de un par de semanas comenzarán a centrarse en otros reinos.
En cuanto a los kurlinos, te puedo adelantar que pertenecen a la raza humana pero con ciertas características que los diferencian del resto de los humanos. Y referente al niño, pues sí, es el hijo de un.... ;)
Hola Manuel ,me llamo Alba soy la escritora de Reinasdeldrama , me gusta mucho tu blog! qué te parece el mió? un abrazo.
ResponderEliminarHola Alba. Me alegra que te guste mi blog.
EliminarLa verdad es que ya había leído un par de cosillas tuyas en tu blog y me gusta como escribes. Te seguiré de cerca para echarle un vistazo a todo lo que vayas publicando.
Un abrazo y gracias por pasarte.
Hola Andrea!!
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por mi blog. Me alegra que te guste y espero tenerte por aquí a menudo.
Ahora me paso por tu blog y le echo un vistazo.
Besos
Acabo de leer este relato, ayer de madrugada paré en el sexto! Y hoy me dispongo a leer otros cuantos antes de dormir... por lo menos hasta ponerme al día.
ResponderEliminarEste también me ha gustado mucho, desde la visión de ese niño que espero que sea alguien importante de la novela que sobrevivió en su infancia a tal trauma.
El final abierto es angustiante.... pero esperanzador al mismo tiempo.
Una noche más aquí...
xoxo
Amarie
Sí, Amarie, al niño terminaremos viéndolo de nuevo en la saga. Este relato sirve sobre todo para presentar una de las razas que aparecerá en las obras, los kurlinos.
EliminarUn abrazo y gracias por seguir por aquí.