Se
despertó sobresaltada sin saber con certeza dónde se encontraba. Miró a su
alrededor y tardó unos instantes en reconocer su habitación. Estaba en su cama
y acababa de tener la más horrenda de las pesadillas que una madre podría soñar.
Cerca de ella, en la chimenea, las últimas brasas resistían antes de apagarse
para siempre, proporcionando el calor suficiente para que las bajas
temperaturas del exterior no se percibieran dentro de la estancia. Tras la
ventana se escuchaba el rugir de la tempestad, incansable compañera de los Hurbeka desde hacía varios días.
Celinia
lo había sentido… Lo vio tan claro. No
podía ser un sueño. Se levantó con sumo cuidado para no hacerse daño en ese
vientre que llevaba un ciclo y medio cobijando al heredero del clan. Le
correspondía por derecho propio, ya que iba a ser el primer vástago de Loskar, esposo de Celinia y señor de los Hurbeka
desde hacía tres años. Desde que se quedó encinta supo que traería al mundo un
varón, porque así lo había predicho el brujo de la tribu kalandryana. Y se
llamaría Leinad, su hijo, aquel que
nacería antes de que la próxima luna llena alumbrara el firmamento nocturno,
sería el líder del clan por derecho legítimo cuando su padre falleciese. Así
debía ser porque era el designio de los espíritus de la tempestad.
Pero ese sueño…
Desde hacía seis noches se repetía
una y otra vez, siempre el mismo, sin cambios. En él podía ver con claridad cómo
su vástago llegaba a convertirse en un gran guerrero, querido y admirado por
todos los Hurbeka… Por todos menos
por su propio padre, quien vio en Leinad
a un rival desde el día en que llegó a la vida. Nunca lo quiso, jamás mostró
sentimiento alguno que reflejara una muestra de cariño hacia su primer
descendiente, al contrario, día tras día centraba sus esfuerzos en preparar a
su segundo hijo, Korlins, que nacería
un año después de Leinad. En la
pesadilla, se intuía cómo Loskar
trazaría un plan para acabar con la vida de su primogénito. Quería darle muerte
para que no lo sucediera al frente del clan Hurbeka.
Celinia
no sabía qué hacer. Sentada en la cama, aún con el sudor frío entumeciendo su
cuerpo, miraba a su marido que dormía a su lado ajeno a todo lo que inquietaba
a su asustada esposa. Loskar era un
buen hombre del que estaba enamorada desde que era una niña. La trataba bien,
la respetaba y, a su manera, la quería. Era muy diferente al ser cruel de sus
sueños… Pero, ¿y si los espíritus de la tempestad le estaban mostrando el
futuro? ¿Y si no hacía caso y dentro de varios años tenía que contemplar cómo
su esposo asesinaba a su hijo?
Tenía que tomar una decisión y fue su
intuición la que finalmente la guió. Sin hacer apenas ruido, se levantó de la
cama, se vistió con varias capas de pieles, cogió en un zurrón viandas para el
camino y salió de la cabaña con la única compañía de un bastón que la ayudaría
a cruzar las montañas kalandryanas.
Se hizo la promesa de que jamás miraría
atrás y sólo cuando los espíritus le anunciaran el fallecimiento de Loskar, regresaría a reclamar para su
hijo el liderazgo del clan.
Si el destino creía tener la partida
ganada, Celinia iba a demostrarle que
sólo ella era dueña de su futuro.
Todo tiene un principio y un final. Y el final, a veces, es doloroso. Si ha tomado esa decisión es porque es lo mejor para su hijo. Yo hubiera hecho lo mismo.
ResponderEliminarBesos desde la admiración.
Muchas gracias por pasarte y comentar, Amelia.
EliminarUn beso
Y ahora?
ResponderEliminarYa se acabo?
Ohhhhhhhhhhhhhhhh
Besos.
Bueno, nada termina para siempre, Lorena.
EliminarQuizás puedas saber algo más de Celinia y su huida en el próximo libro... O quizás no ;)
Un beso
El relato me parece muy bueno, y la temática da para pensar. Si se hubiera quedado su vida habría sido un continuo temor y desconfianza hacia su marido, de esas que se va haciendo dia a dia mayor hasta volverse imposible de soportar Un abrazo
ResponderEliminarEs bastante probable, Merlín.
EliminarGracias por dejar tu comentario.
Un abrazo
tragico y real
ResponderEliminarme has dejado asombrada con tu escrito
hasta el proximo
un abrazo y feliz semana
Me alegra mucho saber que te ha gustado.
EliminarUn abrazo
El relato me gusta y creo que es muy acertado pensar que cualquier madre hubiera hecho lo mismo y seguiría su instinto.
ResponderEliminarSaludos!!!
Gracias, Eva.
EliminarOpino como tú.
Un saludo
buen relato!!!!
ResponderEliminarfelicidades!!!!
saludos!!!!
Muchas gracias, Raven.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un saludo
¡Buenas!
ResponderEliminarMe ha gustzco bastante este telato, obviamente no es de lo mejor que he leído tuyo pero es bastante interesante y además resalta esa fuerza y lucha que caracteriza a las madres :P
Gracias, Mariam.
EliminarSiempre es agradable leer tus comentarios.
Un saludo
Muy bueno como siempre, la angustia de Celinia me ha hecho estremecerme.
ResponderEliminarUn beso
Muchísimas gracias, Elena.
EliminarMe alegra saber que te ha gustado.
Un beso
Un texto fantástico Miguel.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Fernando.
EliminarUn abrazo
ResponderEliminarmuy fluida tu narración, espero averiguar próximamente como termina esta historia : )
Yo creo que sí, Ana... Al menos esa es mi intención ;)
EliminarUn saludo
¡Un gran relato como siempre amigo!
ResponderEliminar¡Saludos!
Gracias Hammer.
EliminarUn saludo
Me ha encantado y la foto es una pasada,
ResponderEliminaraunque vaya descalza por la nieve ;-)
Besotes^^
A ver, Marga, es que esta madre es toda una superheroína :)
EliminarUn beso
Qué bonita y triste historia! ¡Cómo entiendo la decisión de esa madre! Me ha gustado mucho y la foto, también.
ResponderEliminarUn besote
Coincido contigo, Mar. La foto es impresionante.
EliminarUn beso
Guauu!!! Muy bueno el relato Miguel. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarAbrazos desde la isla Skye donde estoy pasando unos días.
Gracias Eilean.
Eliminar¿Skye? Uff, que envidia me das. Estuve allí hace ocho meses pasando unos días. Sin duda uno de los mejores viajes que he hecho. Disfruta mucho.
Un abrazo
Hola Miguel.
ResponderEliminarUna historia muy bonita, me ha encantado.
Un beso.
Me alegra mucho saberlo.
EliminarUn beso
El instinto materno es con diferencia uno de los mayores secretos del ser humano. No se estudia, no es tangible, no se hereda, pero ahí está, siempre latente en todas las madres.
ResponderEliminar¡¡Gran relato!!
Un abrazo
Débora
Gracias Débora.
EliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo.
Un abrazo
La rapidez del deterioro de una relación se hace evidente cuando hay un hijo por medio. Es entonces cuando se le da la espalda al marido y dejamos de mimarlo……Me encanta leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarEs una opinión más a tener en cuenta, Carlos.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo
Con pocas palabras describes el sufrimiento de la mujer a la perfección.
ResponderEliminarEspléndido Miguel, como siempre.
Muchas gracias, Laura.
EliminarUn saludo
La espera puede ser infinita pero ¿podrá el olvido con el amor? Esperaré paciente saber como termina :)
ResponderEliminarUn Abrazo
Terminará, Francisco. Eso seguro ;)
EliminarUn abrazo
felicidades Miguel,es un relato fabuloso
ResponderEliminarbesissss
Muchas gracias, Teresa.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un beso
La cuestión es que el niño buscará saber qué ocurrió cuando llegue el momento y no sé si lo que su madre le cuente le satisfará. Nada hay más ávido que un niño en busca de respuestas.
ResponderEliminarEnhorabuena Miguel, por el relato y por tus éxitos.
Gracias Ainhoa.
EliminarNo es nada desechable el dilema que planteas, al contrario, es una reflexión muy interesante en la que no habia caído.
Un abrazo
me gustan estos relatos que se centran en las personas y lo que les depara el destino
ResponderEliminarun beso!!
Gracias Valeria.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un beso
Hola Miguel,
ResponderEliminarme llamo Gema y he leido tu libro. Tengo que decirte que soy una gran lectora de novela de fantasía y tu libro es de lo mejor que he leido en mucho tiempo. Tienes una manera de escribir que cautiva y que llega con mucha facilidad.
Te felicito.
Un saludo.
Vaya, Lorena, me dejas sin saber que decir.
EliminarGracias de corazón.
Un saludo
Yo ya hice "el camino" tres veces... Sería un honor que te pasaras por mi blog y me dieras unas recomendaciones para mejorarlo... gracias de todas formas¡¡¡
ResponderEliminarTe leo... aaahhh y me encanta¡¡¡
Gracias Francis.
EliminarBienvenido a este humilde blog.
Descuida, me pasaré a echar un vistazo por el tuyo.
Un saludo.
Otro texto genial. Espero impaciente el siguiente. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Luisa.
EliminarEn breve ya tienes el próximo por aquí.
Un abrazo
uyyyy que bueno el relato. me ha gustado mucho
ResponderEliminarbesitos ^_^
Gracias Valen.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un beso
Hola Miguel!!!!
ResponderEliminarNuevamente dejas un gran relato para deleite de los que te seguimos.
Felicidades una vez mas.
Un saludo y feliz fin de semana.
Muchas gracias Manuel.
EliminarAgradezco mucho tus palabras.
Un saludo
"mu gueno" ;)
ResponderEliminarabrazos!!!!
Gracias Javi.
EliminarSiempre es un placer verte por aquí.
Un abrazo
Cualquier excusa es buena para largarse :) Buen relato Miguel . Saludos
ResponderEliminarEs una opción ;)
EliminarUn saludo
Y si al marcharse lo único que consigue es cumplir su profecia?. ... el jefe se unirá a otra mujer, tendrá otro hijo varón, será rival de su hermanastro, etc.
ResponderEliminarNo puedes huir de tu destino.. ..
Visto así, tienes razón... Lo dejaremos en manos del destino.
EliminarUn saludo