Ayaldori era un hombre dinámico, alegre, de mirada inquieta y aspecto jovial. A sus veinticinco años, el príncipe heredero se encontraba en la plenitud de su vida. Era querido por todos los habitantes del reino de Myrthya, que veían en él a un futuro rey noble y preocupado por las necesidades de su pueblo. Aventurero audaz donde los haya, nunca daba la espalda a la posibilidad de emprender una batida de caza, escalar los abruptos acantilados de las Montañas Saladas o competir como un miliciano más en los Juegos de la Memoria. Y fue ese afán de aventura el que lo llevó a aceptar sin atisbo de duda el ofrecimiento de su hermano Kirdásig para acompañarlo al Bosque de la Laguna en busca de un buen venado que presidiera el banquete que, con motivo del cumpleaños del rey Héreton, tendría lugar la noche del día siguiente en el castillo de Myrthelaya.
Salieron al amanecer, cuando los árboles aún no habían extendido sus ramas con su desperezar mañanero. Los dos príncipes iban acompañados de varios amigos y unos pocos sirvientes leales. Cabalgaron durante medio día hasta llegar a una colina situada en el linde del bosque. Desde allí se podían contemplar majestuosas las torres más altas del Palacio de la Laguna, residencia del Suliadán de Mundo Conocido, sin duda, una de las visiones más espléndidas que los jóvenes habían disfrutado jamás.
Dejaron los
caballos en un campo cercano y se encaminaron hacia el interior de la arboleda
con los arcos en la mano. Kirdásig
era un excelente cazador y jamás había errado un disparo. Toda presa que se
situaba a tiro de sus flechas era abatida. Disfrutaba cazando y hacerlo en
compañía de su único hermano hacía de aquella mañana de mitad de la estación solar superior un instante muy especial… Único… El momento perfecto.
El Bosque de la Laguna era muy frondoso y de árboles muy altos. Existían algunas zonas donde las ramas atrapaban los rayos solares manteniéndolos escondidos, sin permitir que éstos terminasen su luminoso recorrido sobre la alfombra de hojas que cubría el suelo. Ayaldori encabezaba el grupo caminando con mucho sigilo. Tras él, a poca distancia, iba Kirdasig, con la mirada fija en la espesura del bosque y con sus brazos tensos sujetando arco y flecha. De repente, como salido de la misma tierra, encontraron justo frente a ellos un magnífico ejemplar de venado. El animal lucía una sublime cornamenta y pastaba tranquilamente, desconocedor del peligro que se cernía sobre él. Ayaldori se agazapó entre unos arbustos delante de la pieza. Desde su escondite podía escuchar la respiración del cérvido y cómo éste apartaba con el hocico las hojas secas buscando la hierba que crecía bajo ellas. Unos pasos atrás, oculto por el tronco de un viejo roble, estaba Kirdásig. Su mano derecha tensaba al máximo la cuerda de su arco apuntando con la flecha hacia el cuello del venado. Su mirada, sin embargo, permanecía fija en su hermano, agachado justo delante del animal. El menor de los hijos del rey Héreton cerró los ojos con fuerza, apretó con rabia las plumas de la saeta y la soltó dejando que recorriera silbante la distancia que la separaba de su presa.
Desde su posición, y aún con la cabeza agachada, Kirdásig escuchó como la punta de hierro penetraba desgarrando la carne. Levantó la mirada y comprobó cómo de la herida salía gran cantidad de sangre oscura, lo que confirmaba que el impacto había llegado a tocar el corazón. Tras unos instantes de pánico disimulado, el príncipe corrió hacia los arbustos donde yacía el cuerpo inerte, sin alma, convenciéndose de que la muerte le llegó rápida y sin dolor. El resto de cazadores también se dirigieron hacia el lugar donde se encontraban los dos hermanos, gritando y levantando los brazos. Las expresiones de horror y angustia que reflejaban sus rostros eran un claro indicio de la gravedad de lo que acababa de acontecer en aquel frondoso y hermoso bosque.
A poca
distancia, escondido cual cómplice de un asesinato, se erigía augusta la figura
de un venado que lucía indemne una sublime cornamenta.
Episodio extraído de la
cronología del reino de Myrthya y ocurrido en el año 257 del segundo comienzo
Un final retorcido e inesperado. Muy bueno.
ResponderEliminarHola, ¿qué tal?
EliminarBueno, esa era la intención. Me alegra que te haya gustado.
Un saludo
¡Se cargó a su hermano!
ResponderEliminar¡Qué fuerte!
Que sepas que me tienes enganchada a tu blog y que lo estoy pasando a todos mis contactos.
Saludos y sigue así
Muchas gracias, Mari Cruz. Me alegra de veras que te guste lo que escribo y te estoy muy agradecido por la distribución que le estás dando.
EliminarUn saludo
muy emocionante el cuento
ResponderEliminarsaludos de una seguidora peruana
¡Hola Magali!
EliminarAyer mismo, navegando en el Google, di con un blog de tu país que había compartido el último video que hemos editado y me hizo mucha ilusión verlo allí publicado.
Espero poder seguir contando con tu apoyo desde el otro lado de la tierra.
Un saludo
Muy bueno Miki! Qué cabroncete el pequeño Kirdásig... supongo que en el libro será uno de los malos (con estos antecedentes!)
ResponderEliminarUn beso y sigue escribiendo
Sí que ha salido algo rebelde el menor de los hermanos. En cuanto a su papel en la saga, pues la verdad es que ninguno. Es un episodio aislado de la cronología del reino de Myrthya. Este suceso ocurrrió en el año 257 y la novela empieza en el 841, así que es parte de la historia de este territorio.
EliminarUn beso, Sira, y gracias de verdad por el apoyo que me estás mostrando.
Inesperado y sorprendente final! Suena cruel, pero casi hubiera preferido que matara al ciervo... Me encanta cuando introduces en la historia ese componente de misterio, que espero que no falte en la novela. Con ganas de leer el próximo.
ResponderEliminarSi el ciervo te oyera no estaría muy de acuerdo con tu preferencia por verlo muerto :)
EliminarMiedo me da cuando leas el próximo relato, que tendrá como protagonista secundario a otro animal.
muy guapa la historia de los dos hermanos
ResponderEliminarGracias, Toni. Me alegra que te haya gustado.
EliminarEsta chulo aunque yo si me habia imaginado el final antes de leerlo.
ResponderEliminar¿Te lo habías imaginado?
EliminarVaya, espero mejorar en el siguiente a ver si consigo mantenerte en la incertidumbre hasta el final.
Un saludo y gracias por leer lo que escribo.
Qué bueno poder seguirte de nuevo, Miguel. He leido detenidamente los tres relatos que llevas publicados y debo decirte que si los libro que escribes van en la misma onda va a ser todo un bombazo.
ResponderEliminarMucho ánimo porque, como escritora que soy, sé lo que cuesta bracear en las aguas dónde tu nadas.
Qué gran alegría volver a encontrarte y sobre todo que sigas mostrando interes por aquello que escribo.
EliminarAlgún día me gustaría que me dejases leer algo tuyo.
Un cordial saludo
Vale, el realto ha estado bien, el final... lo soportamos, pero lo más importante y que no cuentas en el relato es que van a comer en el banquete del cumpleaños del rey, jajaja. Me ha gustado mucho, pero cada vez tengo más ganas de empezar a leer el primer libro. :)
ResponderEliminarMe da a mí que después de la muerte del mayor de sus hijos el rey no va a estar para muchos banquetes de cumpleaños.
EliminarGracias, Ángeles, por seguir desde primera línea lo que voy escribiendo y creeme que después de ver la expectación que se está generando, a mí también me gustaría poder publicar ya el primer libro.
Me chiflan esos finales que no te esperas.
ResponderEliminarBueno, esa es la idea cuando los escribo.
EliminarGracias, Susana, por tu comentario.
Callaaaa!!! ¿Se ha cargado al hermano?
ResponderEliminarPues eso me temo. Hay que ser malo, ¿eh?
EliminarMadre mía, esto no es justo, los relatos se hacen demasiado cortos!!!
ResponderEliminarQue buen ambiente estás creando, felicidades de todo corazón.
Gracias, Fátima. Me alegra que te guste lo que escribo.
EliminarYo siempre he defendido que un blog se hace entre todos, el que escribe y el que lee, y sólo mediante esa unión se consigue crear un lugar confortable en el que apetezca pasar un rato ameno, como es el caso de tu blog y como espero que poco a poco ocurra también en este.
Miguel... si me sigues dejando con la boca abierta cada vez... voy a dejar de leer este blog! que siempre me quedo con ganas de mas! ;)
ResponderEliminarComo siempre, me encanta! :D
Gracias, Marga. Sabes que me encanta tenerte como una de mis más fieles seguidoras. Siento que los relatos te parezcan cortos, pero ya sabes, esto es como los buenos perfumes :)
EliminarBesos
Por ahí dicen que ha sido inesperado, pero la verdad es que para mí ha sido predecible. Además, si no, ¿de qué ibas a contar un relato sobre una caza en el bosque? Pues porque ha ocurrido algo que no suele ocurrir normalmente. Y en cuanto has dicho que su hermano estaba en frente... :)
ResponderEliminarPor cierto, ¿no que el rey de Myrthya era Asúri... no seque?
Obviamente la caza en el bosque no fue, digamos, fortuita. Alguien llevababa mucho tiempo queriendo cargarse a su hermano y no sabía como ;)
EliminarEn cuanto al rey, bueno, Asúrim no es rey, es príncipe de Myrthya, pero en el año actual, es decir, el 841. Este relato pertenece a la cronología de este reino y los hecho tuvieron lugar en el año 257.
Gracias una vez más por tus comentarios. Me alegra tenerte por aquí.
Yo también até cabos antes de conocer el final :-)
ResponderEliminarFue por el titulo "Hermanos de Sangre" y el hecho de que fueron de caza... me recordó a el Rey Juan Carlos I de España... que en su juventud tuvo también un accidente de caza donde su hermano fue la víctima.
Y por eso, rápidamente pensé: ¡hermano muerto en cero coma!
Aun así me ha gustado mucho, es un relato que te hace pensar en la relación, envidias, etc entre hermanos de la nobleza, que no siempre ocurre solamente en la ficción.
Una vez más me ha gustado.
xoxo
Amarie
Libros hasta el Amanecer
Jamás se me hubiera ocurrido pensar en el accidente del rey Juan Carlos con su hermano para relacionar el final de este relato. Creo que eres la primera persona que me dice que se olía el desenlace final desde que empezó a leer, así que sólo puedo quitarme el sombrero y felicitarte por tu anticipación.
EliminarUn abrazo