Partió
a media mañana, cuando el mercado estaba repleto de campesinos que
intercambiaban sus cosechas con los comerciantes. Pasó entre sus vecinos con la
cabeza gacha y el jubón al hombro, pero nadie parecía verlo. Incluso tropezó
con una mujer que ofrecía pan a cambio de pieles de oso, sin que ella se
inmutara.
Era la historia de su vida. Su padre
siempre le contaba que no nació, se cayó del cuerpo de su madre. De hecho, ella
no se percató de que había dado a luz hasta que, al caminar, notó que algo
tiraba de su interior y miró atrás. A escasos pasos, un bebé regordete y
cubierto de sangre la miraba con los ojos muy abiertos, unido todavía a su
cuerpo por el cordón umbilical.
Nunca tuvo amigos. Los demás niños
lo ignoraban. Jamás supo el motivo ni sus padres le ofrecieron explicación
coherente. Tampoco conoció a doncella alguna que fijara sus ojos en él y, mucho
menos, que le dirigiera la palabra.
Muchas veces pensó que no existía,
que sólo era una ensoñación o un fantasma. Pero los pellizcos de su madre
cuando no alimentaba a los animales y los abrazos cariñosos de su padre le
devolvían a la realidad. Era un ser humano, tenía brazos y piernas, rostro y
cabello y, por supuesto, un corazón.
El tiempo pasaba y nada mejoraba.
Continuaba siendo el hombre invisible para todos. Por eso un día decidió
abandonar aquel pueblo kalandryano y dirigir sus pasos hacia una aldea más
amable y cálida, quizás alguna myrthyana.
Sabía que establecerse en cualquier
otra población no sería sencillo, ya que en su nuca lucía el tatuaje del reino
de las nieves, pero le daba igual. Nada sería más duro que la indiferencia a la
que lo sometían sus conciudadanos desde que nació.
Eran frecuentes las ocasiones en las
que se miraba en los espejos buscando qué tenía diferente para que todos lo
ignoraran, pero nunca halló respuesta.
Ahora estaba decidido a cambiar su
vida, a adueñarse de su destino, a hacerse ver. Sus padres escucharon sus
argumentos y no se opusieron. Su madre parecía aliviada de que los abandonara,
pero su progenitor no pudo evitar el llanto cuando lo vio partir.
Conforme se alejaba de aquella aldea
en la que sólo había vivido sinsabores, su espíritu parecía aliviarse, como si
cada paso le diera la confianza que nunca había tenido. Se sentía ligero, ufano,
feliz, deseoso de cruzarse con algún viajero para comprobar si la distancia le
daba una cierta visibilidad.
Apenas llevaba media jornada
caminando cuando se encontró con unos campesinos. Su corazón comenzó a latir acelerado
y cuando se disponía a alzar la mano en señal de saludo algo lo frenó. Aquellos
hombres no lo ignoraron, al contrario, lo miraron horrorizados y corrieron en
dirección contraria a él.
Ahora sí que no entendía qué estaba
ocurriendo. Se giró buscando a su espalda lo que podía haber asustado a esos aldeanos,
sin hallar ni siquiera una huella que justificara su acción.
Bueno, pensó, seguro que algo han
visto que yo no he descubierto a tiempo. Y siguió caminando con el alma libre
por primera vez desde que cayó del cuerpo de su madre.
Esa noche durmió a la intemperie,
cubierto por las pieles de oso que su padre le regaló en el momento de su
partida y alimentándose de las escasas raíces que halló en el camino. Prefería
aquella soledad justificada a la que vivía cada día en su hogar.
El canto de los pájaros lo despertó
de su profundo sueño. Era hora de emprender su camino. Siguió avanzando y en
apenas media jornada alcanzó una nueva aldea. Pensó en evitarla, pero si quería
que la gente lo viera, debía enfrentarla y así lo hizo.
La reacción de los viajeros del día
anterior se repitió. Los aldeanos con los que se cruzaba huían despavoridos y
gritaban advirtiendo a sus vecinos. A su paso, las ventanas se cerraban y los
comerciantes se ocultaban bajo sus puestos. Los animales también se escondían,
tratando de pasar inadvertidos. Intentó acercarse a unos hombres que salían de
la taberna para que le explicaran de qué huían, sin suerte, ya que en cuanto lo
vieron echaron a correr en dirección contraria.
Pensó que quizás fuera el ambiente
de las aldeas kalandryanas y decidió continuar su camino hacia Myrthya. Atravesó montañas y senderos
poco transitados para no cruzarse con nadie. Su paso por Sylvilia fue rápido como el viento que reina en aquel territorio y
también transcurrió por zonas despobladas.
El miedo había ocupado en su corazón
el espacio que hasta entonces tenía el dolor provocado por la indiferencia de
sus paisanos. Quizás hubiera sido mejor quedarse en casa con los dos únicos
seres que lo escuchaban y hablaban. Quizás era preferible la indiferencia de
sus vecinos al temor que mostraban los aldeanos de otras zonas. Quizás había
algo en su alma que los demás percibían y él no.
Sumergido en estas cavilaciones se
hallaba cuando se topó con un mago. Lo reconoció por el color de su túnica y
por su porte majestuoso. El hechicero no se asustó, sino más bien todo lo
contrario.
— Por fin te he encontrado —le dijo
con una sonrisa en el rostro.
— ¿A mí? —le inquirió incrédulo.
— Sí. Llevamos años buscándote por
todo Mundo Conocido. Tu momento ha
llegado y debes unirte a nosotros—, explicó el mago.
Por primera vez supo que había
encontrado su destino. Aquel hombre ni lo ignoraba ni lo temía. Le ofreció un
espejo donde podía verse a través de los ojos de la gente. La imagen que le
devolvió el cristal lo hizo estremecerse.
— Hechizamos a tu madre cuando se
quedó embarazada para evitar que nadie de su alrededor, incluido tú mismo,
pudiera contemplar tu verdadero rostro hasta que te encontráramos. Entonces
ella huyó y no hemos dejado de buscarte.
Él apenas lo escuchaba. La imagen
que le mostraba el espejo lo tenía absolutamente hipnotizado. Un rostro
transparente y afilado le devolvía altivo la mirada. Aquella faz no era humana.
Se acercó una mano a la cara para comprobar si el reflejo era realmente suyo y vio
como una garra de afiladas uñas se mostraba en aquel diabólico cristal. Sin
pensarlo dos veces, intentó clavársela en la garganta para acabar con aquel
horrendo ser, pero el mago se lo impidió.
— Yo te enseñaré a vivir con tu
apariencia. Pronto comprenderás que la humanidad de los hombres no se puede
mostrar físicamente, sino que se mantiene oculta en el corazón de cada persona.
Cuando logres aceptarte tal y como eres, estarás preparado para que los demás
te respeten como su igual.
Cabizbajo, tembloroso y con las
lágrimas resbalando sin control por su rugosa mejilla, cogió la mano del mago y,
como si de un muchacho de corta edad se tratara, se pegó a su túnica y se
perdió entre la bruma siguiendo el camino que le había marcado su destino.
Mi buen y admirado escribiente. Sin duda los finales sin final son ya la marca de la casa. No puedo mas que felicitarte por el buen hacer continuado de tus obras.
ResponderEliminarSaludos templarios
Siempre es un placer leer tus comentarios, Richard.
EliminarUn cordial saludo
Un relato excelente. Me ha mantenido en vilo hasta que se ha ido con el mago. Me quedo reventando por saber como sigue.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos.
EliminarLo sabrás, que no te quepa duda.
Un saludo
Buenas noches Miguel.
ResponderEliminarSólo quería felicitarte una vez más por este estupendo relato que me ha enganchado desde el principio hasta el final.
Un abrazo
Muchísimas gracias, Débora.
EliminarUn abrazo
un mago? y es muy poderoso? que clase de hechizos le hizo a su madre? lo siento, la magia es mi pasión :)
ResponderEliminarYa veo, Merlín. Tu nombre ya permite intuir algo al respecto ;)
EliminarUn saludo
¿Y qué ocurrió con el protagonista y con el mago? No nos puedes dejar así... Nos situas en la historia, nos pones los dientes largos y nos dejas abandonados. Quiero más. ^^
ResponderEliminarComo siempre, Elena, solo puedo decirte que continuará... ;)
EliminarLa vida es como un círculo imperfecto en el que no dejamos de dar vueltas empeñados siempre en obtener respuestas. En este caso no fue capaz de darse cuenta de que era diferente a los demás, hasta que se lo mostraron.
ResponderEliminarBesitos!
Bonita reflexión, Amelia.
EliminarGracias por pasarte.
Un beso
es una historia muy interesante :) lastimosamente no estamos preparados para aceptar entre nosotros a personas distintas a la mayoria
ResponderEliminarSaludos ♡
Es una lacra adosada al ser humano, Mariam. Triste, pero real.
EliminarUn saludo
Venga ya, no cuela, nadie es tan monntruoso para pasar desapercibido y si lo es, mejor para él, podría dominar el mundo sirviendose del miedo de la gente ;) Un abrazo
ResponderEliminarBueno, es una forma de verlo. Preferiría que alguien no llegara a gobernante gracias al miedo que pueda provocar en los demás, pero nunca se sabe...
EliminarUn abrazo
Me encanta como narras la historia introduciéndonos en la vida del protagonista para que nos de más pena la situación que vive. Lo que no me gusta tanto es que dejas demasiados interrogantes que debes resolver...Un beso ^_^
ResponderEliminarYa me imagino, Rosa.
EliminarComo ya alguien ha mencionado, comienza a ser una marca de la casa ;)
Un beso
porfavor dime que va a haber segunda parte.no me puedo quedar sin saber que será del prota.
ResponderEliminarLa habrá, Ana, pero tendrás que esperar a leeer los libros.
EliminarUn saludo
Ha sido maravilloso leer este relato :s
ResponderEliminarLo mejor de tus historias es que las pueden leer cualquiera independientemente de que les guste la fantasía o no
Besosssss
Gracias, Marga.
EliminarEsa es la idea y de momento creo que vamos en buen camino.
Un beso
Muy bueno!!!!!!
ResponderEliminarSaludos
Gracias Fernando.
EliminarMe alegra saber que te ha gustado.
Un saludo
Un buen relato. A veces no conformarse con lo que tenemos nos ayuda a descubrir quienes somos, aunque no nos guste. Enhorabuena, como siempre.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Mar.
EliminarMe encanta tu reflexión.
Un beso
Me he quedado con ganas demás.¡Otra vez será! ^^
ResponderEliminarEs un relato que invita a la reflexión y a dar gracias por lo que tenemos, porque siemre hay alguien que está peor que nosotros.
Besos
Laura
Gracias, Laura.
EliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo.
Un beso
He releido el relato un par de veces y si cabe me ha gustado más aún la segunda. Es formidable lo que me haces disfrutar cada semana. Estoy impaciente de poder tener el libro ya en mis manos.
ResponderEliminarUn saludo.
Ya queda menos, Ainhoa.
EliminarMuchas gracias por pasarte, leer y comentar.
Un saludo
Desangelador relato. He captado la angustia de ese pobre hombre.
ResponderEliminarAbrazos apretados ^^
Me alegro que te haya gustado, Susana.
EliminarUn abrazo
La verdad es que me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Alexia.
EliminarUn beso
¡Fantasía en estado puero! tu libro va a estar muy bien. Lo quiero yaaaaa ¡Te sigo en tu blog y en twitter! :D
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana.
EliminarYa queda poco para que puedas tener el libro.
Un abrazo
aaagg, me acabas de recordar que siempre que me miro al espejo me veo muy guapo pero luego no ligo nada con las chicas. será un hechizo? XD
ResponderEliminarun abrazo
jajajajaja, es una posibilidad que deberías tener en cuenta, Nacho ;)
EliminarUn abrazo
Lugares ensoñadores donde la imaginación y el deleite de las letras se funden.
ResponderEliminarBesos y buena semana.
Bonita frase.
EliminarMuchas gracias por pasarte.
Un beso
Fantástico, como siempre :)
ResponderEliminarBesos y abrazos
A y Y
Fantástico es teneros una semana más por aquí.
EliminarUn abrazo
Un magnífico cuento Miguel. Me ha gustado mucho
ResponderEliminarGracias, Gabi.
EliminarMe alegra saber que te ha gustado.
Un saludo
Capaz eres con tus letras de enganchar a la vida a un difunto, no te quepa duda.
ResponderEliminarLa imaginación que tienes es para decirte chapeau.
Besos
Belén
Vaya, comentarios como éste me dejan sin palabras.
EliminarGracias, Belén.
Un beso
Es una pena que hasta en los relatos de ficción el interior se esconda tras el exterior. Una gran historia. Enhorabuena. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Laura.
EliminarMe alegra saber que te ha gustado.
Un abrazo
hola Miguel ^^
ResponderEliminarme ha encantado la historia.a decir verdad he llegado a agobiarme pensando en el sufrimiento de ese pobre chico.besotesssss
Muchas gracias por pasarte y comentar.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un beso
Me ha gustado mucho, es una historia muy original! En estos momentos estoy leyendo cancion de hielo y fuego y me atrae todo lo que sean reinos, espadas y magia.
ResponderEliminarUn besito ^^
Bueno, qué decir del maestro Martin.
EliminarDisfruta mucho con tu lectura, es una excelente novela.
Gracias por dejarte caer por aquí.
Un beso
"""Nada sería más duro que la indiferencia a la que lo sometían sus conciudadanos desde que nació"""... Comparto esta idea. Creo que no existe mayor desprecio que la indiferencia.
ResponderEliminarBuen relato
Saludos.
No puedo estar más de acuerdo contigo, Javier.
EliminarUn saludo
ME ENCANTÓ Y TE EXPRESAS CON MUCHO SENTIMIENTOS. ES DOLOROSO VER LA DESESPERACIÓN DE QUIEN SE SIENTE RECHAZADO. OCURRE CONSTANTEMENTE EN LA VIDA REAL.
ResponderEliminarSALUDOS DESDE SCOTLAND
Así es, Eilean. por desgracia es algo muy común.
EliminarGracias por pasarte y comentar.
Un saludo
Hola!!!
ResponderEliminarMe he quedado maravillada con tu historia. Gracias por compartirla. Besos
Gracias a ti por leerla, Lucía.
EliminarUn beso
Fantástico Miguel ! Me ha encantado el relato y desde el principio me has tenido pendiente del desenlace.Escribes muy bien. ¿ Continuará la historia ? Espero que sí.
ResponderEliminarUn Abrazo.
Agradezco mucho tus palabras.
EliminarComo siempre, es un placer tenerte por aquí.
Podrás conocer mucha más de la historia, pero tendrá que ser ya en los libros de la saga.
Un abrazo
Qué genial! Me ha encantado y ahora mismo me voy a leer los demás *_* Espero que publiques pronto porque es perfecto lo que haces!
ResponderEliminarMuchas gracias, Francisco.
EliminarMe alegra saber que te ha gustado.
Un saludo
Hola!! Me ha gustado mucho tu relato!! Sigo muy pendiente de la salida de tu libro!!
ResponderEliminarSaludos!!
Gracias, Melisa.
EliminarYa falta muy poco para verlo publicado.
Un saludo
una historia fabulosa.enhorabuena
ResponderEliminarGracias, Valeria.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado.
Un saludo